"Si fueramos los unicos en el universo, seria un gran desperdicio de espacio" Carl Sagan. Que pequeño seria Dios, si despues de haber creado este inmenso universo, poblara solamente este pequeño planeta tierra. Ese no es el Dios que yo conozco" Papa John XXIII
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sábado, 21 de diciembre de 2013
LA ESTRELLA DE BELEN
LA ESTRELLA DE BELEN
Extractado de Anales del
Registro Akásico
“Nacido,
pues Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron
del Oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde
está el rey de los Judíos que acaba de nacer? Porque
hemos visto su estrella al Oriente y venimos a adorarle” (Mateo 2,1-3)
"Después de haber oído al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en
Oriente les precedía, hasta que vino a pararse encima del lugar donde estaba el
niño. Al ver la estrella sintieron grandísimo gozo, y llegando a la casa,
vieron al niño con María, su madre..." (Mateo 2,9-11)
Era la tercera semana del mes de Marzo del año 7 antes de nuestra Era
en la región de Judea. Empezaba a calentar el ambiente, y ya los pastores
sacaban su ganado de noche aprovechando el alejamiento de los fríos invernales.
Hacía tan solo unas horas que toda una familia se había refugiado al amparo de
una gruta utilizada para resguardar el ganado del viento. El jefe de familia
era un hombre anciano. Un ebanista residente en una pequeña población de la
Galilea donde la mayoría de las personas pertenecían a la secta de los Esenios (*).
Ella, la madre gestante, era tan solo una adolescente. Acababa de cumplir sus
catorce años y ya estaba esperando un hijo cuya concepción estaría envuelta en
el misterio para todos, pero no para ella que había aceptado ser fecundada a
distancia por una insólita luz. Los demás eran los hijos del primer matrimonio
de aquel patriarca viudo, que había aceptado, propiamente había sido obligado,
a desposarse con la joven por indicación de los sacerdotes del templo de
Jerusalén, que con ello deseaban tan solo protegerla, en lo posible, de su
propio destino.
Ellos sabían que aquella virgen había sido predestinada para una gran
misión. Sus primeros años en el templo, donde había sido dejada por sus padres
para el servicio, habían sido acompañados por toda suerte de hechos prodigiosos
a su alrededor: esferas luminosas, proyecciones de seres de luz, levitación,
visiones, etc.
El cansancio y los dolores de parto se estaban intensificando lo que
había apurado a aquel pequeño grupo emparentado por las circunstancias, a
buscar refugio para recuperar fuerzas. El haberse detenido les había impedido
alcanzar la cercana población de Belén, cuna del Rey David. La noche ya estaba
cayendo y era peligroso continuar.
Angustiado por los requerimientos de atención de la joven, el anciano
carpintero José, como era su nombre, envió a algunos de sus hijos a buscar una
partera a Belén. Pasó un largo rato y como no volvían, la urgencia lo hizo que
enviara al resto para acelerar la llegada de la comadrona. Se quedó así solo
con la parturienta, solo para ser testigo de eventos extraordinarios... En su
desesperación, aquel hombre justo que había tenido que soportar todo tipo de habladurías
y hasta el juicio de los sacerdotes por hacer caso a una visión en sueños donde
se le pidió aceptar un Plan Superior en torno a la extraña concepción, salió
afuera de la cueva y se puso a mirar a la distancia, y luego, ligeramente más
relajado, al cielo. Allí contemplo la presencia de un hermoso lucero en el
luminoso cielo estrellado. Pero éste lucero no se mantuvo quieto, sino que
empezó a hacer toda suerte de movimientos en zigzag; y luego se colocó en la
vertical donde él se encontraba, empezando a descender vertiginosamente
acompañado de una explosión, liberando un extraño vapor a manera de niebla,
transformándose rápidamente en una nube, pero clara y brillante.
La caída de aquel cuerpo celeste fue demasiado para el anciano que
huyó sin rumbo fijo, alejándose del lugar, llegando precipitadamente a unas
colinas cercanas donde había divisado un fuego encendido. Allí se encontraban
un grupo de pastores cerca de sus animales. En su angustia ni siquiera se
presentó, sólo quería llamar su atención para que vieran como la nube había
descendido sobre el improvisado albergue de la gruta. Aún no había recuperado
el aliento ni se había calmado del primer susto cuando al hablarles a gritos a
aquel grupo de hombres rudos, observó que las flamas del fuego estaban quietas,
el viento se había calmado, los pastores estaban estáticos, inmóviles y el
ganado tenía la hierba en la boca pero no la estaba comiendo ni se movía. Era
como si el tiempo se hubiese detenido para dar cabida a una nueva realidad, la
de la esperanza. Se había formado un portal hacia la cuarta dimensión. En ese
instante era como si el universo hubiese descendido en la Tierra como
comprimiéndose sobre su cabeza y dejando a continuación solo una ventana hacia
la nada o hacia el todo. El susto fue mayúsculo para el anciano José que
inmediatamente recordó haber dejado sola a Myriam, tal era el nombre de aquella
joven y delgada mujer. Por lo que volvió por donde había venido tan rápido como
se lo permitían sus cansadas piernas.
Al irse acercando pudo contemplar como de la nube que se mantenía como
a unos diez metros por encima del suelo, pero cubriendo la mayor parte de la
cueva, descendió un haz de luz azul brillante y a través de él, bajaron tres
seres luminosos de apariencia humana, pero muy altos en comparación de los
extranjeros que solían venir por los caminos de aquella provincia romana.
Aquellos hombres de resplandecientes túnicas blancas se dirigieron directamente
hacia el interior de la cueva, y José, venciendo sus miedos, fue detrás de
ellos. Dentro estaba Myriam acostada sobre la paja que servía de granero al
ganado. Ella recibió con expectación y alivio a aquellos enviados del cielo. La
carga de la responsabilidad y de la incomprensión de los demás a lo largo de
los meses después de que se conoció su embarazo había sido insufrible. Pero
ella confiaba que llegado el momento sería reconfortada. El mismo nacimiento de
Myriam había sido preparado desde lo Alto, al ser ella hija de padres
estériles, fueron estos aleccionados por los visitantes del cielo,
advirtiéndoles de la importancia de quien sería su hija.
Dos de los luminosos seres se colocaron al lado de la joven, mientras
que el del medio se mantuvo frente a ella.
Inmediatamente los tres visitantes se inclinaron ante ella en señal de
respeto y reconocimiento de su persona y su sacrificio. Ella estaba
representando y a la vez encarnando a la nueva mujer, a la nueva Tierra, a la
madre cósmica. Ya no era Raquel la estéril, era ahora Myriam la Virgen (**).
Aquellos que se encontraban en los laterales extendieron sus manos a
cierta distancia por encima del vientre de Myriam, mientras que aquel que se
encontraba al frente lo descubrió respetuosamente. Luego alzó sus manos,
juntando las palmas y separando los dedos. En ese momento una poderosa energía
a manera de esfera de luz se concentró entre las manos y al descender con ellas
hacia la joven postrada, efectuó una cesárea totalmente aséptica, extrayendo
del interior de la madre al niño predestinado; cortando de inmediato con la
misma energía movilizada el cordón umbilical y procediendo de inmediato a
limpiarlo para depositarlo luego en los brazos de la madre. Luego, aquel que
llevó a cabo la operación selló la herida con la luz, de tal manera que
Myriam, la virgen del templo fue virgen antes, durante y después del parto.
Fueron entonces estos seres estelares los primeros en rendirle
homenaje a aquel que teniendo el mismo nivel que ellos, llegaría a ser más que
ellos (***).
Pasaron dos años en que la familia debido al portento vivenciado en el
lugar se había radicado en Belén. Fue entonces que llegaron a Judea los
llamados magos de oriente, miembros de una secreta orden mundial positiva
conocida como la Hermandad Blanca de los Retiros Interiores (****). Ellos
venían siguiendo una misteriosa estrella, que no era otra cosa que una nave
portadora de los mensajeros del cielo, de los ángeles de antiguo, la que
terminó deteniéndose sobre el lugar donde la familia vivía. Hasta allí fueron
aquellos hombres santos que habían partido hacía dos años desde Mesopotamia
después de haber realizado toda suerte de cálculos astrológicos. Venían
trayéndole al niño objetos que le habían pertenecido en su vida anterior, los
cuales él pequeño Yeshua (*****), tal era su nombre, pudo reconocer sin
dificultad de entre otros más atractivos. Fue suficiente los cálculos y las
sincronías para saber que él era el enviado, el liberador, el Mesías esperado;
aquel ungido desde antiguo para sacar a la humanidad del único original pecado
que la humanidad arrastra, que es la ignorancia.
Los Magos Maestros a continuación entregaron a la familia recursos
económicos para que se pudieran radicar en Egipto durante algunos años, para
preservar así la vida del niño. Después de esto, alabaron a Dios y se
regresaron por otro camino consciente de que se había iniciado un Tiempo Nuevo
lleno de esperanza, y que algún día la humanidad lo entendería y asumiría el
reto de su propia cristificación.
La familia abandonó sigilosamente Belén y la provincia, trasladándose
a Alejandría en Egipto, ubicándose al lado de los esenios alejandrinos
conocidos como los terapeutas, donde permanecieron hasta que el niño cumplió
los cinco años de edad, considerando entonces el momento de volver y
estableciéndose por espacio de un año en una tienda de beduinos al lado del
monasterio de Qúmram a orillas del Mar Muerto.
En aquel desértico y místico lugar, el
pequeño niño crecía día a día en bondad y en sabiduría...
(*) Los Esenios fueron
una secta Sadoquita donde se priorizaba el celibato, pero había como una
tercera orden dentro de ella, que estaba compuesta por matrimonios, mayormente
ubicados en la localidad de lo que hoy es Nazareth, tal como se desprende de
algunos de los rollos de la Comunidad encontrados en Qúmram. En la casa taller
de José en Nazareth hay un baño ritual esenio.
(**) El planeta Tierra
había sufrido hace miles de millones de años (mucho tiempo antes de la
existencia de los dinosaurios) impactos de lluvia meteórica que extinguieron la
vida en ella transformándolo en un lugar estéril; por ello fue escogido junto
con otros siete planetas por las Jerarquías del Cosmos para incluirla en un
proyecto mediante el cual, viajando a través del tiempo y el espacio, se llegó
a éste mundo antes de que muriera, y se le dio una segunda oportunidad, creando
a su alrededor un tiempo paradójico y alternativo. Imaginémonos por un instante
que el tiempo en el universo es como una espiral ascendente, y que en una de
las curvas de la espiral se genera un círculo adicional y tangencial. Al final
de un ciclo cósmico se estaría esperando que con la supervivencia de la
humanidad a su adolescencia espiritual, se produzca la reconexión, de tal
manera que haya “un final de los tiempos”, conectándose definitivamente el
tiempo alternativo con el Real Tiempo del Universo. Entonces será como si nunca
no hubiese sido el alternativo.
(***) Vivimos en un
universo material de siete dimensiones, por lo cual poseemos siete cuerpos para
actuar en aquellas dimensiones. La mayoría de los individuos que habitan
nuestro mundo son seres de 3.3 lo cual significa que se mueven dentro de la
tercera dimensión con sus tres primeros vehículos: el cuerpo físico, el astral
y el mental inferior que es el carácter y la personalidad. Pero Jesús era un 3.6
habiendo llegado a desarrollar en vidas anteriores su conciencia espiritual que
es el 6. Mientras que los extraterrestres que nos visitan son seres de 4.4 esto
es, que se mueven en una cuarta dimensión viajando a través del tiempo y del
espacio, y con una conciencia de su potencial psíquico. Los que asistieron el
nacimiento del Maestro Jesús eran 6.6. Después de su resurrección, Jesús pasó a
ser 4.7, nivel éste de séptima que nadie había alcanzado hasta ese momento,
abriendo la puerta a realizaciones mayores de la propia humanidad.
(****) Hace miles de años
un grupo de extraterrestres descendieron en la Tierra, precisamente en el
Desierto del Gobi en la Mongolia, y allí fundaron Shamballa, la capital del
mundo subterráneo, y se constituyeron en la Gran Hermandad Blanca de los
Retiros Interiores, como guardianes del conocimiento oculto de la historia real
de la humanidad, siendo reemplazados con el tiempo por terrestres de gran
calidad espiritual.
(*****) Yeshua ben Joseph
no era un extraterrestre, sino un
terrestre extra, que es diferente.
“RAHMA ES AMAR, DIOS ES AMOR, CRISTO
ES EL SEÑOR Y LA MISIÓN ES POR LA HUMANIDAD”
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