"Si fueramos los unicos en el universo, seria un gran desperdicio de espacio" Carl Sagan. Que pequeño seria Dios, si despues de haber creado este inmenso universo, poblara solamente este pequeño planeta tierra. Ese no es el Dios que yo conozco" Papa John XXIII
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lunes, 25 de noviembre de 2013
MEMORIA
DE LOS ANCESTROS DE LEMURIA
“La Antártida fue el principio
de todo y será el principio del Final del Tiempo Alternativo. Desde allí habrá
de surgir de nuevo la presencia crística del maestro de maestros,
aquel que conectó las siete realidades. Así está
establecido desde el comienzo.”
(de la información que recibiera en la experiencia con el guía Mardorx en
los Cajones, Parque Nacional Talampaya, el 12- 10 - 2002)
El olvido impuesto
Tiempo antes de que se cumpliera el anterior ciclo
cósmico, la Confederación de Mundos de la Galaxia encomendó a un grupo de científicos a que viajara en el
tiempo y el espacio hasta la Tierra y evaluara los avances alcanzados por los
seres que poblaban el extenso territorio de Lemuria. Una vez hecho el
relevamiento y al percatarse los exploradores del extraordinario avance
alcanzado en su desarrollo mental y espiritual, se puso en marcha un plan para
impedir que la raza lemuriana pudiera hacer pasar la Tierra al real tiempo del
universo, cosa que estaban a punto de hacer. La razón era que los interventores
no habían estado presentes en todo su desarrollo y esa inminente conexión les
generó gran temor al considerarla fuera de control por sus impredecibles
consecuencias.
En ese entonces los lemurianos aguardaban un evento
cósmico en especial, porque eran conscientes de que estaban viviendo en una
paradoja espacio temporal y que se acercaba una fecha que sería propicia para
efectuar el salto que los uniría con el tiempo real del universo. Por eso para
los interventores la sorpresa fue mayúscula al darse cuenta de que los nativos
terrestres estaban a punto de proyectar el planeta a través de un hiperportal a
la cuarta dimensión.
Los lemurianos de aquel tiempo eran altos,
esbeltos, de piel oscura y habían
alcanzado una notable sensibilidad que les permitió compenetrarse e interactuar
con los elementales de la naturaleza, así supieron comprender que a cada
elemento correspondía una función en el conjunto, pudieron ver entonces que
todo llevaba a un perfecto equilibrio al cual respetaron e integraron.
Tal actitud de madurez llamó la atención del propio
espíritu planetario, quién proyectándose como una dama vestida de luz tomó
contacto con sus ancianos maestros y les instruyó en cuanto al equilibrio que
debían guardar en su evolución como raza. Así los lemurianos crecieron en
ambientes ideales y construyeron ciudades utilizando los propios elementos que
el planeta mismo les proporcionaba, ello dio como resultado un desarrollo
armónico con los reinos minerales, vegetales y animales que les rodeaban. No
destruían para construir, sino que por respeto buscaban que sus necesidades se
adaptaran a los lugares y fantásticamente el espíritu cristal del planeta se
ocupaba de fusionar una y otra necesidad para que recíprocamente convivieran en
armonía. Incluso al respetar los ciclos de la naturaleza tampoco tuvieron
problemas con el clima, en síntesis la Tierra les proveía de todo y les
protegía como una madre cuida a sus hijos. De esta forma los lemurianos
garantizaban que el planeta se desarrollara en armonía porque como hermanos
mayores que eran en la escala evolutiva velaban por todo ser viviente
respetando los ciclos y así, como un gran corazón, con cada pulsación el
espíritu del planeta iba dirigiendo la gran obra de la creación en este mundo
situado en un rincón del inconmensurable universo.
La memoria de los ancestros
Frente a esta impensada realidad, los interventores
cósmicos idearon un plan de control sobre los lemurianos; inducirlos al olvido
de todo lo que había alcanzado como civilización avanzada (con lo que también
se cortaría su conexión espiritual con la naturaleza), pero asegurándose de que
en el futuro pudieran recuperar la memoria y su conocimiento a través del
despertar gradual de la conciencia y de una palabra clave, el nombre cósmico,
que como llave les activara el recuerdo.
A todo esto, los sabios lemurianos que tenían
desarrollada la clarividencia, al saber
lo que les podía deparar el futuro decidieron poner a resguardo su conocimiento
y su historia, por lo que dejaron todo grabado en cristales que depositaron en
lugares protegidos y sembraron en sus alrededores piedras con forma de corazón
para que funcionaran como marcadores y activadores.
De este modo, los ancianos de Lemuria esperaban que
miles de años después la humanidad pudiera acceder a esos sitios y rescataran
la información, la comprendieran y procuraran concretar lo que no lograrían
hacer ellos. Para eso la humanidad tendría que esperar la siguiente alineación
planetaria que se daría recién el 21 de diciembre del año 2012 para proyectar
la Tierra a cuarta dimensión, evento que provocaría una fusión del tiempo
alternativo con el tiempo real, dando así nacimiento a un tercer tiempo, el
nuevo tiempo.
Este hecho también permitiría que renazcan los
espíritus de muchos planetas que hoy están inertes en medio del estancamiento
cósmico. Ello sería posible porque el soplo primigenio que les dio vida, sus
esencias primeras han permanecido guardadas en cristales en el corazón del
planeta Tierra.
La barbarie de los satánicos
Pero volviendo al relato, hace algo más de 25.000
años, posteriormente a la intervención científica, se encomendó a un
contingente de guardianes y vigilantes procedentes de Orión y de las Pléyades para
que custodiaran el planeta más de cerca.
A poco de llegar, los guardianes Oriones, de aspecto
reptiloide y liderados por Satanel, ignoraron lo previsto por las jerarquías
cósmicas y pusieron en marcha todo un plan para hacer fracasar el proyecto en
la Tierra y comenzaron a realizar una serie de experimentos con los lemurianos.
Primero fue con un grupo reducido de ellos y luego se extendieron a un colectivo cada vez mayor.
Estos guardianes montaron laboratorios, construyeron
grandes centros de detención y terminaron convirtiendo en polvo lo que antes
eran armónicas y bellas ciudades, rompiendo el equilibrio que reinaba en todo
el continente de la Lemuria, pues la idea era hacer desaparecer todo vestigio
de lo que había alcanzado esta noble y sabia civilización.
Sólo hubo una zona donde los oriones satánicos no
pudieron acceder ni destruir; La Antártida y la razón fue que intervinieron
entidades mismas del plano espiritual, presentes aún hoy allí, para poner a
resguardo el sitio en que fuera anclado el tiempo alternativo de la Tierra. El
templo de cristal, su gran pirámide,
sede del chakra corona planetario, que concentra las energías que provienen del
sol central de la galaxia y de todos los centros energéticos del planeta.
Los oriones disidentes al Plan sumaron odio y
resentimiento al descubrir en los lemurianos su fuerte conexión espiritual, la
cual ellos no entendían, temían y rechazaban. Entonces con el pretexto de
asegurar de que no se produjera en el futuro un salto accidental de reconexión
con el tiempo real, estos guardianes y vigilantes dieron rienda suelta a sus
mas agresivos instintos de destrucción y con ensañamiento realizaron horribles
experimentos con los hijos de la Tierra, desde drogas químicas hasta
modificaciones a nivel genético, todo con el fin de suprimir cualquier posibilidad
de desarrollo futuro.
En especial, los oriones se interesaron en dominar a
sus prisioneros a través del dolor físico y psíquico, por lo cual los
sometieron a inimaginables tormentos. Fue así que finalmente, convertidos en
esclavos sin voluntad miles de lemurianos fueron utilizados como objetos
desechables para las más peligrosas tareas como la excavación de túneles y
extracción de minerales en las profundidades rocosas.
Pero un grupo de estos hijos de la Tierra logró
ponerse a salvo gracias a que el espíritu del planeta los cobijó en sus propias
entrañas, estos remanentes luego pasarían a formar parte de la Hermandad Blanca
de la Tierra, encargada de resguardar los archivos del conocimiento y ayudando
a lo largo del tiempo a activar el recuerdo a la incipiente humanidad que nacía
después del retroceso evolutivo.
Entonces lo que inicialmente se había diseñado como un
plan de control sobre los lemurianos, induciéndolos al olvido pero asegurando a
su vez de que en el futuro recuperaran la memoria y sus conocimientos, fue
distorsionado por el odio y la envidia de quienes debían protegerlos, lo cual
llevó al retroceso evolutivo y casi a la total destrucción de la Lemuria.
Sin embargo, hemos de señalar que hubo una minoría de
estos oriones que al ver la desnaturalización de la misión encomendada por las
jerarquías cósmicas comenzaron a sentir rechazo por todo lo que se estaba
llevando a cabo, llegando entonces a plantear frontalmente su oposición y a
revelarse contra los satánicos, siendo entonces reducidos y ejecutados por
éstos.
En ese tiempo fue tal el control que los Satánicos
ejercieron sobre el Planeta que incluso llegaron a influenciar negativamente a
sus pares pleyadianos, quienes permitieron las atrocidades ya mencionadas y a
tal punto llegó todo que los lemurianos fueron escandalosamente entregados a
ciertas civilizaciones depredadoras dedicadas a invadir mundos para que
conformaran la primera línea en ejércitos que servían a los fines de una
ambición descontrolada por el poder y la destrucción.
Tal vergonzante actitud llegó finalmente a
conocimiento del Consejo de los 24 Ancianos de la Galaxia quienes resolvieron
enviar una fuerza especial de la Confederación para que restablecieran el
orden. Fue así que se libraron distintas batallas fuera y dentro del planeta
hasta que finalmente los oriones fueron sometidos y confinados en la misma
Tierra, donde envejecieron y murieron, quedando sus esencias atrapadas en el
plano astral desde donde comenzaron a influenciar negativamente a la humanidad
buscando su autodestrucción.
Este influjo satánico hoy día actúa sobre
grupos de poder y gobiernos para generar conflictos sociales, contaminaciones,
magnicidios, y guerras. La oscuridad además cuenta con individuos que a su
servicio falsean el conocimiento, confunden y engañan, buscando anular en la
gente su despertar para sumarla a sus
filas.
Transformar el dolor
Pero a lo largo de la
historia también han existido personas decididas y valientes que guiadas por su
conciencia y asistidas por las jerarquías de luz han venido trabajando para
contrarrestar a los satánicos y enseñando a otros a trabajar la voluntad, la humildad y el
discernimiento como medios para su despertar y evolución.
Por eso, la contienda
más importante se libra en el interior mismo de las personas, en una lucha por
el despertar de la conciencia dormida. Porque es la conciencia lo que permitirá a la humanidad liberarse de las
cadenas de la ignorancia que provocan miedo, frustración, resentimiento y odio,
sentimientos autodestructivos al igual que el ego desmedido, todo lo cual en
los tiempos antes relatados los satánicos supieron inocular en nuestros
antepasados lemurianos y que hoy afectan tanto al mundo.
Si la humanidad se
libera de esta programación que le muestra una realidad distorsionada y falsa,
que la hunde en el desánimo, el descreimiento y el pesimismo, estará en
condiciones de expandir su visión, comprender el Plan y en consecuencia
precipitar el salto a cuarta dimensión.
Todo lo que se le ha ocultado por
milenios a la humanidad ya está comenzando a ser develado por distintos
canales. Pero sólo si nos conectamos con nuestro real
ser, con esa partícula divina que cada persona lleva en su interior, podremos
sentir toda esta reveladora historia, comprenderla, aceptarla y hasta el dolor que
nos pueda provocar en algún caso, transformarlo en perdón a través del amor.
Porque el amor profundo, el amor verdadero, puede atravesar indemne la barrera
del dolor y transformarse en perdón.
Al final, quienes por
temor quisieron destruir a la raza lemuriana hicieron que ésta se fortaleciera
y que su logro evolutivo tenga más merito por tantas dificultades superadas.
Hoy la actual humanidad tiene en sus manos la posibilidad de dar el perdón
consciente a estos guardianes y con tal actitud enseñarles que el amor es la
fuerza creadora más poderosa del universo y también la de lograr la redención
cósmica.
Estamos viviendo el
momento más trascendental de nuestra historia y tenemos la oportunidad de ser
partícipes de esta gran transformación humana y planetaria. Muchos ya están
actuando en este cambio dejándose guiar por el corazón, sembrando fe, esperanza
y amor en los demás para que la luz se multiplique y llegue a brillar en cada
rincón del Planeta.
Hagamos realidad el
nacimiento de una nueva humanidad en un nuevo tiempo y el encuentro final con
otras civilizaciones extraterrestres que son parte de nuestro origen y futuro
en común.
Amor y luz.
Cristián Sánchez Barros (Hell Aham)
Buenos Aires, Septiembre de 2012
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