“La visualización es el arte de utilizar
la imaginación creativa,
de tal manera, que a través de ella nuestro ser interno
nos revele sus necesidades, y que nuestro maestro interno
dialogue con nosotros a través del lenguaje simbólico
ayudándonos a conocernos”.
“El cerebro no reconoce diferencia alguna
entre aquello que ve y lo que recuerda o imagina”
Cuantas
veces en la vida hemos soñado despiertos, con los ojos abiertos perdidos a la
distancia y sin mirar, distraídos o más bien concentrados, observando con total
claridad, imágenes mentales.
Y
durante el sueño nocturno, en cuantas ocasiones no hemos soñado con cantidad de
imágenes, algunas de las cuales se han cumplido tal como las soñamos o tal como
las interpretamos intuitivamente; o cuantas de esas imágenes oníricas, más allá
de ser afloramientos del subconsciente, temores ocultos, preocupaciones o
recuerdos y frustraciones de nuestra infancia, han procurado darnos algún
mensaje o hacernos vivir anticipadamente experiencias de contacto con otras
realidades.
Ese
universo de imágenes mayormente simbólicas. Es el lenguaje al que recurre
nuestro maestro interno o real ser, así como entidades de otros planos y
dimensiones para dialogar con nosotros y darnos pautas diversas.
Cada
vez que meditamos en profundidad procurando dejar la mente en blanco,
liberándonos de toda clase de pensamientos, y llegando con ello al silencio
interior, dejamos el espacio abierto, la vía libre para que lleguen hasta
nosotros ideas, conceptos e imágenes que proceden de nuestro subconsciente, del
inconsciente o de pronto, que ya no nos pertenecen, y que se abren paso hacia
nosotros procedentes de entidades ajenas, pero sólo si les dejamos ingresar. La
válvula que esto lo regula se encuentra en la intuición interna de que su
origen es una fuente segura, confiable, positiva y trascendente. La trasmisión
puede llegar por una visión, sentimiento o por vía telepática.
Estos
mensajes los podemos canalizar a través de una visualización, que es un
ejercicio de imaginación creativa que iniciamos al finalizar la meditación. Sin
perder el estado de relajación y de armonía, focalizamos nuestra atención hacia
el entrecejo, y nos proyectamos a través de un túnel mental, como estimulando
con ello el despertar de la visión interior o clarividencia. Y tal como se nos
va guiando, vamos recreando todo un paisaje que va a empezar a decorarse con
imágenes y elementos simbólicos cargados de mensaje para nosotros, a los cuales
debemos de estar atentos.
Por
muy guiado que sea un ejercicio este no queda exento de que cada quien le
coloque su sello característico, lo pinte a su manera o lo llene o lo cargue de
claves orientadas a que la persona se conozca mejor a sí misma o tome en cuenta
tal o cual situación. El resultado de una visualización puede terminar siendo
un diagnóstico de nuestro estado interior o un sin fin de pautas para nuestro
crecimiento que debemos tomar en cuenta.
Es
por todo esto que consideramos la visualización una forma de meditación
contemplativa, teniendo como punto de referencia o foco de nuestra atención las
claves simbólicas con las que se nos están comunicando aspectos de nuestra
propia realidad para que mejoremos, las alteremos o le demos un giro a nuestra
vida.
Muchos
de los ejercicios de visualización no son meras invenciones, son en su mayoría
descargas del Registro Askásico, ese archivo de información o campo magnético
que envuelve al planeta y en donde va quedando capturado o guardado cuanto
hemos hecho, dicho, pensado o dejado de hacer. Allí se encuentra codificado en
el lenguaje universal de los arquetipos y símbolos todos los procesos humanos.
Estas descargas propias de una navegación por la “Eternet” espiritual (éter),
se producen en estados muy especiales de meditación, y sirven para guiar y
ayudar a quienes luego realicen esta clase de ejercicios hacia un mayor
conocimiento de sí mismos.
El
lector podrá percibir en cada una de estas prácticas, la profundidad y
trascendencia del mensaje que cada uno de ellos arroja.
¿Cuál es el propósito de las
visualizaciones?
Como
hemos dicho anteriormente, nuestro maestro interno o real ser procura
comunicarse con nosotros a través del lenguaje simbólico o universo de
arquetipos. Con las visualizaciones estamos creando las condiciones, la escenografía
para que éste actúe y nos revele información con claves simbólicas, importante
para nuestro autoconocimiento. En cada visualización iremos encontrando
elementos complementarios.
Hay
un sin fin de prácticas de visualización, desde aquellas muy dirigidas y
elaboradas, hasta las más sencillas, sólo sugeridas y muy simbólicas. Entre
ellas, y como ejemplo tenemos:
La Rosa Roja.
El
ejercicio consiste en procurar liberar la mente de todo pensamiento y luego,
completamente relajados, imaginarse al final de un túnel mental que ubicamos en
nuestro entrecejo, una Rosa Roja. La idea es observarla completamente, contarle
sus pétalos y hasta tratar de sentir su aroma. Se solicita a todos que se fijen
en la mayor cantidad de detalles posibles como la tonalidad de la misma, y el
número de sus pétalos.
En
esta práctica se procura relajar la mente, luego la selección de nuestros
pensamientos y el control primario de nuestra imaginación fortaleciendo la
voluntad, dando margen a que nuestro subconsciente de manera simbólica
transmita información al consciente.
Cuando
uno piensa en flores, generalmente lo asocia con expresiones de amor y de
afecto, como con la esposa, la novia, el día de la Madre, la secretaria, día de
los enamorados, etc. El significado de la Rosa Roja se podría relacionar con la
representación del amor, y quien no sabe que el amor está sujeto al dolor, de
allí el simbolismo de las espinas, cuando estas son captadas. Por ello imaginar
una rosa podría estarnos expresando cómo estamos vivenciando el amor en
nuestras vidas. Esto quiere decir que por más que juguemos con nuestras mentes,
siempre habrá algo en lo que imaginamos que está aflorando como mensaje de
nuestro ser interno. No será lo mismo entonces ver una rosa abierta que otra
cerrada. Será distinta la interpretación si la rosa roja es oscura (príncipe
negro), o si por más que la procuramos ver roja ésta se nos presentó rosada,
blanca o amarilla, pues cada color posee su significado. Veremos, como hasta en
el número de los pétalos nos arroja un dato clave que para cada persona podrá
variar, pudiendo tener ello también, una interpretación simbólica numérica
vinculada a su experiencia de amar.
La
Rosa con color rojo brillante representará el amor familiar abnegado y sincero
por la pareja, los hijos o los familiares. Una rosa color rosado claro y
brillante revelaría el amor incondicional y desinteresado, expresado en la
entrega en el servicio por la humanidad. Un rojo oscuro podría llevarnos sobre
la huella de un amor egoísta y celoso (posesivo). Una rosa blanca podría
significar pureza de sentimientos e intención; una amarilla nos podría estar
hablando de un amor platónico o de admiración hacia alguien.
La
apertura de la rosa también encierra significado, ya que una rosa demasiado
abierta denotaría alguien excesivamente expresivo, que tropezará más de una vez
con el rechazo (amor vehemente e imprudente). Este tipo de amor asemeja a la
rosa que está a punto de que se le caigan los pétalos, o sea una rosa marchita
que está muriendo. El amor rechazado puede desaparecer o transformarse en odio
y despecho, por ello no es bueno estar ni demasiado abierto ni demasiado
cerrado. Una rosa cerrada por el contrario sería aquel que aún no se ha abierto
al amor o aún tiene mucho para dar y está esperando su oportunidad; o quizás
sea el caso del amor egoísta que no da nada y que lo espera todo. Otra
posibilidad de interpretación sería que éste fuese el caso de aquellas personas
que se han encerrado en si mismas, debido a que fueron rechazadas antes
(incomprendidas o ignoradas),
La Pizarra.
En
este ejercicio se pide la visualización o imaginación en nuestra mente de una
pizarra verde, como las de las escuelas, con un marco de madera. Luego, cada
persona debe dibujar, como si lo hiciese con una tiza blanca, todas las figuras
geométricas que se le vayan ocurriendo; pero por ningún motivo debe permitir
que las figuras aparezcan por sí solas.
Este
ejercicio que reflejaría el marco de nuestra vida, por cuanto el verde es
«vida» y el marco, los límites de ella, nos podría revelar la existencia de un
orden de prioridades que ésta grabado en nuestro interior, y que pueden llegar
a manifestarse a través de la figura simbólica de los pensamientos forma o
figuras geométricas. Además, aquí se expresa la fuerza de voluntad, la
capacidad de concentración y disciplina interna que tiene una persona. Y esto
se vería reflejado en el no dejar que las figuras aparezcan por si solas, sino
que uno mismo tiene que visualizar que las dibuja con un trazo firme y con una
tiza imaginaria. El no conseguirlo así, podría significar falta de
concentración, fuerza de voluntad, distracción o falta de equilibrio interno.
El
orden mismo de las figuras que vamos dibujando y las figuras en sí mostrarían
nuestra actitud mental frente a la vida, y como se nos está planteando ésta.
En
cuanto a las figuras, la del triángulo podría ser interpretada como que la
prioridad número uno para esa persona es el amor, la espiritualidad, la
religión o la conciencia espiritual. La figura del círculo sería el mundo
individual, la familia, nuestro interior, etc. El cuadrado podríamos
relacionarlo con el racionalismo, con la actividad mental, y con los esquemas.
De aquí desprenderíamos que en el caso de que la persona haya empezado su
trabajo en la pizarra dibujando primero el triángulo, luego el circulo y luego
el cuadrado, lo que se podría estar representando podría ser: que lo más
importante en su vida o la principal motivación de la misma, es el procurarse
el amor a través de la familia, y llegar a tener las cosas claras. Figuras cómo
el rombo o la estrella de seis puntas, reflejarían el trabajo personal por
lograr el equilibrio; mientras que incluir figuras de profundidad tales como
son: la pirámide, el cilindro, el cubo, etc., denotarían profundidad de
conciencia.
El Universo Blanco y el Punto Negro.
En
este ejercicio se pide a todos los asistentes que permanezcan relajados y
mantengan los ojos cerrados, para que se imaginen o visualicen un Universo
Blanco y luego, dentro de él, un Punto Negro. Una vez ubicado el Punto, deberán
procurar ingresar dentro de él.
Lo
que se procura en éste ejercicio es evaluar si es que la persona se ha
planteado ya el camino espiritual o no, el mismo que aparecerá representado por
el infinito blanco. El poder observar en la concentración el Universo Blanco
podría significar además de una buena concentración, que hay conciencia del
camino espiritual. El ubicar el Punto Negro en medio de ese infinito blanco,
podríamos relacionarlo con que la persona misma, representada en el punto,
reconoce que ya está ubicada en el camino del autoconocimiento y la
introspección.
En
muchos casos resulta difícil poder introducirse dentro del punto que aparece
delante nuestro, huidizo y esquivo. Esto podría deberse a que los seres humanos
nos evitamos diariamente; tememos enfrentarnos y conocernos a nosotros mismos.
Algo dentro nuestro, una intuición, nos dice que el día que lleguemos a nuestro
interior, ocurrirá algo en nosotros, como un despertar para no volver a
dormirnos jamás. Y cuando ya logramos penetrar dentro de ese punto, o sea en
nuestro ser interno, lo que vemos es lo que existe simbólicamente en nosotros:
de pronto una profunda oscuridad y luego se hará la luz; quizás encontremos
dentro del Punto, «galaxias» pudiendo significar esto que habría en nosotros
todo un universo por conocer; o un lugar de retiro acogedor donde experimentar
la soledad que fortalece al alma. Aventurémonos a iniciar el proceso del
autoconocimiento, sumergiéndonos en nuestro "ser interno" que está
allí, aguardando.
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